La pregunta, por más que parezca
trivial, ha sido tomada en consideración por los científicos, en concreto por
un grupo de investigadores liderado por Ellen F. Foxman, de la Universidad
Yale. Y han respondido en la revista Proceedings of the National Academy of
Sciences (PNAS) que se debe a las características de adaptación ambiental del
rinovirus (principal responsable del resfriado común) y a las de nuestro
sistema inmunitario.
El rinovirus, a diferencia de la
mayoría de los otros virus, no se reproduce a más de 37 °C, temperatura del
interior del cuerpo, pero sí entre 33 y 35 °C, la de las cavidades nasales
cuando nos exponemos un tiempo al frío. Además, en esas condiciones ambientales
las defensas de nuestro organismo contra los agentes infecciosos se vuelven más lentas y menos eficientes.
El sistema inmunitario, además, se ve
afectado por los cambios de temperatura más que por la exposición prolongada al
frío. La permanencia en un ambiente frío posibilita que se acostumbre a él y,
sin embargo, si la temperatura varía bruscamente, el proceso se interrumpe
continuamente y se vuelve a empezar en el punto de partida.
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