Curiosidades históricas:
En toda la historia de la cristiandad, varios papas han renunciado o abdicado al papado. Con el anuncio de la abdicación de Benedicto XVI el 28 de febrero se ha revolucionado todo el cónclave cristiano. A continuación se leerán cuáles fueron los papas que renunciaron al preciado trono de la Iglesia Católica.
La renuncia de San Ponciano
Este papa sucedió a Urbano I en el año 230. Cinco años más tarde, con el ascenso a la jefatura del imperio romano por parte de Maximinio el Tracio, se desató una terrible persecución a los jefes de la Iglesia. Urbano I fue desterrado a Cerdeña y tras dos años de penurias fue asesinado a garrotazos. Algunos meses antes, sin embargo, habría ya renunciado al pontificado intentando desesperadamente salvar su vida.
La renuncia de San Silverio
Este papa asumió en el año 536, momento en que las tierras del antiguo Imperio Romano de Occidente estaban divididas por la ocupación bárbara. El Imperio Bizantino se mantenía en pie y pretendía recuperar los territorios ocupados por los Ostrogodos. Y justamente, estos guerreros tenían en la mira las tierras de Roma. San Silverio pidió ayuda a los bizantinos. Tras muchos problemas internos, principalmente con la esposa del Justiniano, San Silverio fue acusado de traidor y lo trasladaron a Patara de Licia, en Asia Menor. Según algunas fuentes históricas confiables, San Silverio se vio obligado a renunciar en noviembre del año 537, pocas semanas antes de su muerte.
La renuncia de San Martín I
San Martín I fue elegido papa en julio del año 549 y su principal tarea fue combatir las herejías. En el año 653 San Martín I fue apresado por el emperador Constante II y se lo trasladó a Constantinopla acusándolo de traición y condenándolo a muerte. Aunque esa pena se le conmutó por el destierro. El papa renunció y se lo trasladó al Quersoneso en Crimea. Allí, ya habiendo renunciado, se lo maltrató hasta la muerte en el año 657.
La extraña renuncia de Benedicto IX
Este papa tomó posesión del trono en el año 1032 hasta septiembre de 1044, donde huyó como consecuencia de una sublevación en Roma. Tras esta huída del papa, los Crescencios, quienes habían tomado el control, nombraron a su sucesor Silvestre III. Cuando las cosas se calmaron el papa Benedicto IX regresa a Roma y destituye a Silvestre III en el año 1045. Sin embargo, meses después Benedicto IX abdica y en su lugar sube su padrino, quien tomó el nombre de Gregorio VI. Tras todo este revuelo, el emperador Enrique III reúne un sínodo en el año 1046. Allí fueron convocados los tres papas: Silvestre, Benedicto y Gregorio. Allí se depuso y obligado a abdicar a Gregorio VI, y se revocaron todos los derechos de Silvestre y Benedicto. Pero este último no había concurrido por lo que se lo obligó a abdicar meses más tarde en Roma. Su sucesor fue Clemente II, en el año 1046 hasta el año 1047 donde nuevamente toma el poder Benedicto IX. Pero en el año 1048 de nuevo renuncia, ahora definitivamente.
La renuncia de Celestino V
Celestino V fue un papa elegido en el año 1294 a los ochenta y cuatro años de edad. Luego de tomar posesión del trono papal se dio cuenta que no contaba con las cualidades para llevar adelante el pontificado, por lo que renunció en el año 1294 alegando ser ignorante, incapaz y de maneras y lenguaje incultos. Murió siendo cautivo de su sucesor, Bonifacio VIII, en una habitación del castillo de Fumone, en Lacio en mayo de 1296.
La renuncia de Gregorio XII
Gregorio XII fue elegido papa en el año 1406 en medio de una disputa entre dos supuestos papas: Urbano VI y Clemente VII; quienes se disputaban el trono de manera ferviente. Gregorio XII tenía 80 años al momento de su nombramiento. Tras años de reyertas con los demás supuestos papas (hubieron hasta 3 al mismo tiempo en este período) renunció en el año 1415. Dos años más tarde muere y es elegido Martín V. De esta manera terminó una crisis que duró casi cuarenta años.
La firma de renuncia de Pio VII
Este papa gobernó la Iglesia desde el año 1800 hasta el año 1823. En su período tuvo que luchar contra las políticas napoleónicas. Y justamente, el papa fue llamado por Napoleón para negociar en París y para coronarlo como emperador. Sin embargo, ante el temor por parte de Pio VII de ser apresado firma la renuncia al papado. Como la detención no se llevó a cabo, el papa regresó a Roma y revocó su abdicación.
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