En el siglo XVI las mujeres de clase alta no tenían acceso a la educación, se les enseñaba sólo a coser, cantar, tocar el piano y bailar, eran meros objetos de entretenimiento y obediencia para sus maridos y ser culta no era una cualidad, más bien era sospechoso pero, no todas decidiron seguir ese camino.
Las cortesanas en esa época adquirieron su máximo esplendor en ciudades más abiertas de mente como Venecia; convertirse en cortesana suponía para una mujer joven una promoción, algo importante. Recibían los mismos pagos que las esposas pero con la diferencia de que ellas podían acceder a los bienes y lujos mientrtas que las esposas no.
Una mujer entendida en la época como respetable, estaba continuamente controlada por su padre, hermano o marido; la cortesana podía comprar a su antojo, pasear dónde quisiera y con quien le pareciera, a parte de ir a sitios como el teatro, cafés y fiestas de la corte. Tenían entrada libre en sitios de hombres.
Descubrieron además que para entretener a un hombre no era suficiente una cara bonita y un cuerpo cuidado sino que también precisaban entretenimiento a nivel intelectual, eso fue algo muy favorecedor para las chicas que les gustaba leer, aprender y estudiar. Siendo cortesanas tuvieron acceso a unos conocimientos que no hubieran adquirido de ninguna otra manera.
Fueron mujeres sin ataduras, con iniciativa y decisión. Llevaron a desacreditar la imagen de mujer dócil y sumisa, privada de las diversiones del mundo y devota al marido oponiéndola a la imagen de la joven bonita y divertida que decide el rumbo de las relaciones que tiene con el sexo opuesto.
No eran muchas las opciones que tenían, pero al menos fue un paso adelante para decidir sobre ellas mismas y ganar algo de independencia.
Puedes seguir leyendo en el blog: La visión de la mujer en la historia por la iglesia
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