Curiosidades del motor
Como los coches cada vez son más
rápidos -el Hennessey Venom GT puede alcanzar 300 km/h en 13,63 segundos-, sus
frenos deben estar a la altura de la velocidad. Y para esto, y para que cumplan
su cometido, resulta fundamental el líquido de frenos.
Al pisar el pedal del
freno, la fuerza se transfiere en forma de presión en el líquido. Esta presión
hace que las pastillas de freno agarren las ruedas, convirtiendo la energía
cinética en calor mediante la fricción y ralentizando el coche.
Como resultado,
es esencial que el líquido tenga un punto de ebullición elevado, de modo que no
se evapore tras un uso prolongado. Si empezase a evaporarse, la efectividad se
vería seriamente comprometida porque un gas se comprime mucho más fácilmente
que un líquido.
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