8/9/15

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Los terremotos submarinos y su capacidad para cambiar el planeta

Los volvanes submarinos dan forma al planeta


Los acontecimientos que ocurrieron en el océano índico en 2004 y en Japón en 2011 han provocado que estemos muy conscientes del potencial que tienen los terremotos submarinos para desencadenar tsunamis (término que ya nadie confunde con ‘surimi’). Sin embargo, es menos conocido el hecho de que los volcanes también son generadores muy eficaces de este tipo de fenómenos; en los últimos 400 años, los 'colapsos de flanco’ -es decir, cuando un pedazo considerable de volcán se colapsa dentro del mar- han creado tsunamis que destrozan todo provocando la muerte de al menos de 20.000 personas.

Los volcanes submarinos

En 1979, un tsunami, causado por el colapso del volcán lieferungen (Indonesia), tuvo como resultado muchas muertes. Y en mayo de 1792, una de las varias cúpulas del volcán Unzen de Japón, provocó un tsunami que destrozó pueblos en la costa, con casi 14.000 muertes. Actualmente, los científicos dicen que un colapso del volcán Cumbre Vieja, en las Islas Canarias, podría crear un tsunami que devastaría parte de la costa Este de Estados Unidos e, incluso, azotaría las playas occidentales del Reino Unido.

A menudo los volcanes no son bastiones de fortaleza, sólidos e inamovibles, sino pilas tambaleantes de cenizas y escombros de lava que nos ponen en riesgo si colapsan. La evidencia son cientos de derrumbes masivos ahora identificados en volcanes de todo el mundo. Típicamente, éstos dejan cicatrices enormes cuando se derrumban, como el gran anfiteatro rocoso salido del flanco oriental del Monte Etna y, más recientemente, un ‘mordisco’ de tres km de ancho salido del flanco Norte del Monte Santa Helena, causado por el derrumbe que desencadenó su erupción, en 1980.

Los volcanes cambian la fisonomía del planeta

Pendiente resbaladiza

Una vez que el flanco de un volcán se vuelve inestable, puede caer sacudido por un terremoto, empujado por una inyección de magma nuevo o simplemente por estar demasiado escarpado. Ni siquiera se requiere de una erupción para desatar los acontecimientos.
Como lo revelan las extraordinarias imágenes del colapso de la ladera Norte del Monte Santa Helena, una vez que se inicia el deslave volcánico no hay manera de detenerlo. La masa de roca en movimiento se precipita hacia abajo a velocidades que pueden compararse con las de un coche de carreras de Fórmula 1. Esta masa de rocas viaja durante muchos kilómetros antes de detenerse, arrasando con todo a su paso.

Con un volumen de un par de kilómetros cúbicos, el deslave del Monte Santa Helena no fue nada si lo comparamos con el colapso del flanco de 45 km3 prehistórico en el vecino Monte Shasta, o el impresionante volumen de 5.000 km3 del deslave de Nuuanu, que le restó una enorme superficie al volcán Koolau, de Hawái, hace unos cuantos millones de años.


Pero el deslave de Nuuanu es solamente uno de alrededor de los 70 colapsos gigantescos cuyos escombros están dispersos en el fondo del mar que rodea a las islas de Hawái. Otro, conocido como el deslave Alika, se formó hace alrededor de 100.000 años cuando un pedazo monumental del volcán Mauna Loa cayó en el Pacífico, creando un tsunami imponente a través del archipiélago. Los depósitos de conchas marinas, ahora varados hasta a 60 m sobre el nivel del mar en las laderas del vecino volcán Kohala, dan testimonio de las olas colosales, pero esto es sólo parte de la historia.

Durante los últimos 100 milenios, el volcán Kohala se ha estado asentando, por lo que la altura verdadera del tsunami parece haber estado, cerca de los 400 m. Eso es poco menos del doble del edificio más alto de todo México: la Torre Mayor mide 225 m.

Es difícil captar el impacto que un evento como éste tendría en las costas hoy día. Pero con los colapsos mayores de volcanes insulares del océano que ocurren en algún lugar del planeta aproximadamente cada 10.000 años, quizá no falte mucho para que lo averigüemos.

Panorámica de Cumbre Vieja en las Islas Canarias

Uno de los principales candidatos para el siguiente gran colapso es el volcán Cumbre Vieja, en la isla Canaria de La Palma, que se ha estado comportando de manera bastante inquietante a partir de una erupción en 1940. En esa ocasión, ésta estuvo acompañada de terremotos, particularmente violentos debajo del flanco occidental del volcán, así como de la apertura de una línea de fracturas de 3 km de largo a lo largo de su cresta, por donde cayó parte del ílanco occidental hacia el mar. Esto pudo no haber sido tan importante si no fuera por los resultados de un estudio del volcán llevado a cabo por un equipo de investigadores entre 1994 y 1997. En él se insinuaba que el flanco occidental del Cumbre Vieja quizá todavía se esté moviendo, aunque muy lentamente.

Ahora, una década después, estamos convencidos de que algo especial está sucediendo. Las comparaciones entre las lecturas del GPS hechas en 1997 y en 2007, diseñadas para no torear desplazamientos relativos, revelan resultados sorprendentes. No sólo se está deformando todo el flanco occidental de manera independiente del resto del volcán, sino que también durante esa década se movió hacia el Oeste y hacia arriba poco más de 10 cm. Esto puede no parecer mucho, pero significa que el flanco occidental del Cumbre Vieja, que califica como el deslizamiento de tierra gigantesco ocurrido más recientemente, se está moviendo aunque sea a una velocidad increíblemente lenta... por ahora.


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